Anoche cumplí uno de esos sueños de los tantos que se engendraron
durante mi infancia. Sin buscar el camino hallé un sendero sin cornisas ni
limites, sin señales ni huellas que abandonó mis pies cuando la fuerza de
gravedad comenzó a jugar conmigo.
Volví a ser un incorpóreo,
un ser sin peso ni materia. Unos pasos apresurados