10/19/2012

Catherine

Los festejos sumergidos en libertinaje coronaron la noche con tragedias, como era de esperarse. No tardaron en iluminar las calles las luces azules y rojas, llamando la atención de todo curioso vecino y alimentando los murmullos de los chusmas que inventan lo que no saben, solo por hablar de algo.

Formo parte del comité de investigaciones a cargo de revelar la verdad de todo este asunto. Cuando llegamos al lugar ya estaba atestado de chanchos con placas caminando de acá para allá, simulando hacer algo. Es hora de trabajar, espero no arrugar ni ensuciarme la ropa. Inicié mis labores con mi compañera de años con quien somos amigos cuando nos conviene.
De repente escuché llantos ahogados apenas audibles. Caminamos juntos por los pasillos buscando la fuente de este sonido y llegamos al patio de la casa, lejos de las cámaras y los cordones policiales encontramos acurrucados uno sobre otro cuatro cachorros ciegos, con un tiempo de vida que no era mayor a días. Su instinto natural de supervivencia los empuja a amontonarse para mantener el calor que la ausente madre no brindaba. Aunque no entiendo porque están en el fondo de una pileta que desborda agua helada. O sea perros vivos bajo el agua llorando ¿Como es posible que estén respirando y como es posible que haya escuchado sus quejidos? Miré a Catherine buscando su aceptación y complicidad en el descubrimiento. Ella clava su mirada en mis ojos sorprendida y muda
—¡Lo escuchaste vos también!— le dije.
Catherine no emitió palabra y eludió mi pregunta observando la pileta de cemento en el piso con miedo a que realmente exista.
El agua estalla salpicándonos a ambos y emergiendo de un salto se para entre nosotros un perro enorme, de pelaje blanco pálido y manchas negras. Miro nuevamente a los ojos a mi compañera
—lo estas viendo, sabes que esta pasando ¿No? — le dije exaltado. Su desentendimiento es total.
El perro ya no existe, dejó de ser un perro mientras intento persuadir a Catherine que deje de negar lo que esta pasando y ahora esta parado a su derecha, es un pingüino imperial tan alto como yo y tiene un solo ojo. Un ojo enorme que me mira sin pestañear. Sin hacer sonido alguno, sin hacer nada.
Ella mira al personaje ártico por un segundo y se escapa caminando rápido y sin mirar atrás. Mi frío amigo y yo nos quedamos observándonos unos instantes. Una voz relata mientras mi panorámica visión se eleva del escenario.

Catherine sabe que no es posible que los perros respiren bajo el agua y menos aun que crezcan en segundos y se conviertan luego en un pingüino de un solo ojo. Ella no sabe que la realidad depende y es condicionada por el observador. En tu concepción de la realidad los pingüinos pueden tener todos los ojos que quieran y los perros lloran bajo el agua. En tu realidad todo es posible.
A Catherine nadie jamás le enseño eso. Su formación profesional y mente estructurada no le permite ver la verdad. Vos sabes que nada es real y que puedes crear tu irrealidad como quieras.
Catherine no.


Todos ustedes son Catherine.

2 comentarios:

cuca dijo...

yo soy todavia un poco catherine...muchomenos que antes!! y espero que cada dia un poco menos.....

brandine dijo...

En tu concepción de la realidad los pingüinos pueden tener todos los ojos que quieran y los perros lloran bajo el agua. En tu realidad todo es posible. <3