2/18/2013

Crónica de una muerte negada.

Tus ultimas palabras acompañadas del gesto de despedida fueron -Estas vivo, chau Matias. Chau.
Y quise quedarme, aunque muerto en vida por pulular a tus alrededores, por espiarte en tus diarios quehaceres aun cuando mi cuerpo se negaba a comenzar su putrefacto proceso.

Y entendí que mi Amor no sirve, no me lleva a ningún lado. Así como tu Amor por mi no me sirvio en aquel entonces hoy debo aplicar el peso de los evangelios a mi propios pasos y respaldar con el pecho cuando dije Si no te Amas como me Amas a mi, de nada me sirve tu Amor.

Volví a estos planos diarios con la imagen que se presenta no por primera vez, y algo me dice que no es la ultima tampoco, de mis restos físicos retorcidos en hierros y vestigios de motor, con el sabor de saberte muerta por mi culpa y sobre todo con la tristeza de que haya sido necesario haberte matado contra el pavimento para que me pidas que me aleje de una vez por todas. Ni muerta dejaste de aplicar presión en los puntos claves para que libere la pus emocional. No podes culparme por amarte.
No soy estúpido  aunque he jugado ese papel muchas veces por conveniencia y confort. Esta vez voy a ser tan pragmático como es posible y voy a dejar de mirar esa película sin sentido que se repite una y otra vez, de rascar tu voz en una grabación sin permiso y ocultando mis ojos del Libro de las tapas verde agua.
Ya se que morí, y que te maté. Se que me gané tus ganas de no querer tomar mi mano y es justo que respete las decisiones que yo incentivé.
Muere con honor, puto.

No estoy aferrado a nada, en la profundidad de los detalles estoy crucificado sobre una rueda de huesos amarillentos y volviendo a respirar. Vos no.
Good bye my love, perdón por asesinarte.

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