Me desperté con hambre
voraz y recuerdos de un teatro escandaloso
Preparé té de duraznos
silvestres y recorté mi barba pobre
Me senté como un rey a
la mesa plagada de cubiertos que no brillan
recordando amores
eternos que no viven ni mueren
y tragué cuatro quesos
con fiambres y melancolías matinales