8/28/2014

Ciclos

Llevo unos quince días macerando las alegrías del inicio del cierre de un ciclo que lleva gestándose alrededor de unos cuatro años aunque comenzó en realidad hace un poco mas de doscientos. Un fin de ciclo que postergué por miedos e inseguridades estúpidas, clásicas y necesarias. Un final que cincela en la historia de mis historias un antes y un después con un capitulo pendiente que aguarda ser desarrollado. Si, a pesar de los años y las experiencias sigo hablando sin decir nada, al menos por acá, porque me conviene y sobre todo porque adoro hacer eso. 

Entré en el edificio como si fuera mi hogar de infancia y floté sobre las alfombras como si este vivir fuera un deja vu experimentado muchas veces y tal vez lo sea. Mis miedos se disiparon y si bien mis dudas y algunas inseguridades son inmortales me desenvolví en el aire como acróbata exento de los gravitatorios campos. 
Se acaba finalmente la etapa de trabajar sobre un proyecto con el énfasis a cuenta gotas y con excusas para no terminar jamás. Confieso que una de las razonas por las cuales escapaba a coronar el punto final era una interrogante simple y que se responde por si sola, sin embargo, si nuestras humanidades fueran tan lógicas y minimalistas no tendría sentido vivir. ¿que voy a hacer después? ¿que va a ser de mi cuando ya no tenga un pendiente tan importante a medio hacer? Bueno fueron dos preguntas, pero básicamente el miedo es el mismo... Me relaja el alma que las tareas nuevas me arrebatasen de las manos las inquietudes infundadas y poder así soltar de una vez por todas la barcaza en aguas libres y dejar mis pajaritos de papel a merced de los vientos. 

Como era de esperarse, y como suelo hacer siempre que algún evento me remueve las cenizas pectorales, caminé por la avenida con una sonrisa involuntaria y una expresión importada a la que no estoy acostumbrado. Sonreí con razones muchas y silenciosas, caminé entre los anónimos individuos que corrían de un lado a otro entre bocinazos y gigantes de concreto buscando un café, un café en soledad que necesito cuando quiero decantar algunas emociones y sentarme a observar los transeúntes, el tráfico y las nubes que contemplan desde lo alto. Por supuesto que mi amado universo no deja cabos sueltos y, siendo que había tomado finalmente la decisión de cerrar ciclos, llueven noticias bellas algunas y otras no. Es mi deber saber con que alimentar estas fogatas y siendo que soy otro tiempo, soy otro espacio no puedo mas que hacer honor a mis propios evangelios ejerciéndolos con el poder que me caracteriza, en perfecto quilombo silencioso y gritando mayday mayday mayday en los canales inaudibles. Porque soy asi. Solicito ayuda a gritos porque necesito saber que no me rendí y que no temo reconocer, en ocasiones, mi incapacidad para salir por mis propios medios del abismo en el que salté sin que nadie me incitara a hacerlo. Sin embargo, y a pesar de la confesión, realmente no me interesa una solidaria salvadora mano que me escupa frases robadas de redes sociales y me aconseje como vivir esta de mis vidas. Soy un tipo de mierda en algunos aspectos y elijo ser asi, porque me gusta quien soy.
Voy a aprovechar que finalmente me senté a escribir y cerrar otro ciclo mas. Un ciclo que no voy a nombrar porque siendo sincero he publicado mis intimidades durante años en este rincón poco transitado, razón por la cual suelo ser tan críptico y abstracto, obviamente no me hace ninguna gracia andar exhibiendo mis intimidades desde el victimismo y creo que es por eso termino estudiando literatura, para así poder gritar mayday mayday mayday sin censuras y que ustedes, lectores nadie, permanezcan ajenos a mis hoteles de emociones. Hoteles que serán publicados en días nada mas, dando punto final a un ciclo e iniciando uno totalmente nuevo en el que no tengo ni ideas ni experiencias y eso me aterra y me encanta.




2 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre las palabras justas.;) .placer perderme en sus lineas..D

Anónimo dijo...

TODO LLEGA EN LA VIDA Y EL TIEMPO TRAE LAS RESPUESTAS