Me presenté ante los cuatro
pacientes en el patio de un decrepito hospital, estreché sus manos y los observé
a los ojos. El último de ellos, el fumador nervioso, decide fugarse ocultando su
rostro, la empatía es absoluta y vivo su desesperación, su corazón acelera desbaratándose
y poseso de sus miedos en cuerpo y alma huye despavorido. Sin grandes esfuerzos
lo retengo, me interpongo en su camino encontrándome con sus pálidas facciones
huesudas y absorbí la magnitud de su vivencia. Compartimos un silencio pacificador
y le tendí mi mano aceptando mi derrota, apreté sus dedos con firmeza y violando
sus ojos con los míos -Estas sanando. Estas sanando- dije violentamente.
Lo dejé ir y deambula sin
quitarme la mirada de encima. En ese momento el cobarde niño viéndose bajo el
manto opresor nuevamente y harto de los abusivos, decidió defenderse por
primera vez en su historia. Disparó un exitoso oppercut técnicamente impecable
dejando a su opresor atontado al borde del knock out, marcando un antes y un
después en su vida.
Hice una venia de cabeceo al
fumador negador y le susurré mentalmente
-Vos también podés.
2 comentarios:
Vos también podes...tres palabras que son tan simples, pero que si llegan en el momento justo, pueden cambiar mucho. Gracias por compartir tus escritos, gracias por tocar almas de esta manera
Es un placer y una experiencia.
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