Ante las presentes circunstancias en las que mis oratorias
capacidades viesen disminuidas en gran consideración, hallase quien expresa
frente a seria bifurcación que manifestase en el preciso instante donde mis
elecciones deben responder y corresponder al áurico propósito que me rige desde
siempre y, por sobre todo, desde hace unos días nada más.
Excluido
absolutamente de la voluntaria ignorancia que cálidamente alberga a los hijos
de los hombres, no se me permite ya hacer oídos sordos a los fractales patrones
que comienzan a ser reconocidos en la intemperie del vívido proceso
existencial. En interna batalla por la supervivencia misma y ansiando el
triunfo que no es, hallasen mis egos altos y bajos encarnizando una pelea
desigual y perfectamente justa en la que ni testigos ni jueces participan, una
batalla cuyo vencedor deberá arrastrar su cuerpo fuera de la arena dejando
atrás el cadáver de su oponente quien es, a sabiendas, absolutamente inmortal.
Se amontonan mis intenciones y debaten mis voces muchas. He visto
cosas que no quiero ver existiendo y escapando a la capa de martirio y justificación
he aquí la filosa que me acompaña desde siempre. Posada en el piso frío a sus
pies y acompañando mi expresión con abismal mirada hice del silencio mi abrigo
y de los caprichos de caballeros nichos que albergan tragedias. Crímenes al corazón
ocurren todos los días, crímenes que la prensa amarilla no relata porque las
victimas sobreviven hasta que dejan de hacerlo.
No soy nuevo en circunstancias tales, he observado mis pasos por
estas estelas y sin arrepentimiento alguno hoy esgrimo la voraz e ilegible, una
vez mas, voz que no se oye.
Salutant vos inmortales.
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